Yo admiraba y admiro al juez Garzón, como lo admiraban y admiran todos los países democráticos y los juristas más famosos del mundo, que jamás han comprendido ni comprenden el triple juicio que está llevando a cabo el Tribunal Supremo contra su persona: dos por prevaricación y uno por cohecho impropio. Ayer, jueves, 9 de febrero, el Tribunal Supremo dictó sentencia sobre el primero de sus procesos –el caso Gürtel- que -oh sorpresa- debió ser el último, pero el poderoso Tribunal decidió que fuese el primero y pocos comprenden por qué. Tampoco el juez Garzón. El juez – con gran estupefacción internacional- ha sido condenado –como se preveía- a 11 años de inhabilitación, a una multa de 2.520 euros y al pago de las costas del proceso. Después de más de 30 años de carrera y más de 20 en la Audiencia Nacional, el juez Baltasar Garzón ha sido apartado de la carrera judicial y es posible que para siempre. Un alivio inmenso ha llenado los pulmones de toda la militancia conservadora, sin excluir al partido del Gobierno.. Ahora la red Gürtel, destapada por el juez en febrero del 2009, y considerada la mayor trama de corrupción y corruptela referida, ligada al PP, se verá liberada de esas razones de peso que son las conversaciones que sus dirigentes mantuvieron con sus abogados, y por las que el infatigable juez ha sido condenado y perdido su identidad judicial, al ser declaradas improcedentes por prevaricación, al considerar el Tribunal que aquel restringió, de manera arbitraria y no por interpretación errónea de la ley, el derecho de defensa de los imputados, vulnerando el Estado de Derecho. Además, una de las exigencias fundamentales de un proceso es el derecho del acusado a comunicarse con su abogado sin ser oídos por un tercero, algo que está regulado por la Ley Penitenciaria. Esta limitación se podría aplicar en caso de terrorismo y previa orden del juez competente. El Tribunal subraya que Garzón ordenó la escucha y grabación de las conversaciones en los locutorios de la cárcel “sin disponer de ningún dato que pudiera indicar mínimamente, en una valoración razonable, que la condición de letrado y el ejercicio de defensa se estaban utilizando como coartada para facilitar la comisión de nuevos delitos”, lo que supone “que arbitrariamente restringe sustancialmente el derecho de defensa de los imputados en prisión, sin razón alguna que pudiera resultar mínimamente aceptable”. El Tribunal considera que la interpretación de Garzón no estaba acompañada de un mínimo razonamiento explicativo que la sustentase, por lo que causó un daño irreparable en los derechos de los afectados. Para el Tribunal, la actuación de Garzón colocó al proceso penal español al nivel de sistemas políticos y procesales ya superados, y esa práctica solo se encuentra en regímenes totalitarios, donde todo vale para obtener la información que interesa a ese Estado... Estos son los motivos por los que el juez Garzón ha sido apartado de la Carrera Judicial, a 11 años de inhabilitación nada menos. Yo no soy licenciado en Derecho, pero sé leer e interpretar –no en vano me he llevado cuarenta años interpretando y comentando textos literarios, claro que los del Supremo son todo menos literarios, y se comprende-. En esto de las escuchas, al parecer , hay una excepción, que pueden aplicarse a los casos de terrorismo y previa orden del juez competente. Pero esta trama del caso Gürtel, saturada de corrupción y miseria, de blanqueo puro y duro de millones y millones de euros y de su envío a paraísos fiscales, robándolos de la Hacienda pública española ¿no es una clase de terrorismo contra la economía española? ¿Es que terrorismo es solo Eta y no lo es el intento de ir descapitalizando al Estado hasta, poco a poco, irle quitando el resuello y llevarlo a s su ruina? En tema de tanta importancia, de tanta envergadura económica ¿no cabe la licitud de las escuchas y su uso para acabar con tanta corrupción? ¿Cómo puede el Supremo afirmar que la escucha de estas cintas, sustanciales, para el proceso, es propio de regímenes totalitarios? Sobretodo, cuando ha habido jueces que las han aplicado y han sido aceptadas y no han sido procesados por ello. Además, la intervención de las cintas de los cabecillas con sus abogados fueron avaladas por el juez del Tribunal Superior de Justicia de Madrid –el juez Antonio Pedreira, que sustituyó a Garzón en la instrucción del caso Gürtel, por las dos fiscales anticorrupción adscritas a la causa y por el magistrado de la Sala de lo civil y Penal del TSJM José Manuel Suárez Robledano. Garzón afirma con amargura: “Ahora y a lo largo de este procedimiento, mis derechos han sido sistemáticamente violentados, mis peticiones de defensa, desatendidas; el juicio oral, una excusa, cuyo contenido ha sido utilizado solo contra mí, prescindiendo de los elementos favorables que me beneficiaba” Y acusa al Tribunal de impedirle “aportar pruebas”, donde se demostraban que los “jefes mafiosos” usaban a letrados para blanquear su dinero y que la sentencia “ no dice en ningún momento cuál es el daño producido en el derecho de la defensa”(1). Y a esta actitud del Tribunal de negarse a aceptar las pruebas de Garzón ¿qué calificación habría que darle? Como la de no ser benevolente con un juez que instrumentó los mecanismos para perseguir a defraudadores y delincuentes financieros, que ha sido baluarte contra el terrorismo de Estado, como los GAL, y arrinconado a ETA hasta la extinción, la orden de detención contra Pinochet, etc...Eran sus obligaciones, claro está. Pero ningún juez en España hizo lo que él por proteger la democracia, poniendo en peligro constante su propia vida. ¿De qué le ha servido? Claro, que como dice el exfiscal Anticorrupción, Carlos Jiménez Vaillarejo, al conocer la sentencia de la condena a Garzón, estos hechos tan significativos, internacionalmente aplaudidos, “nunca podrán perdonárselos”. Para este exfiscal, los jueces Luciano Varela y Manuel Marchena “han acreditado a través de esta sentencia su enemistad expresa” con Garzón. Y dice más: “A partir de un tribunal que es nulo, de una sentencia que carece de fundamentos rigurosos y la culminación de una venganza institucional, es un día para estar abochornado”. Y algo estremecedor:”Esta sentencia es un balón de oxígeno para la corrupción imperante en España y una coerción expresa a cualquier magistrado a acordar un sistema de investigación legítimo como son las escuchas telefónicas”. Para él la sentencia es sesgada, errónea y de una profunda maledicencia”. Y afirma con rabia: “defendiendo al Juez Baltasar Garzón estamos defendiendo los derechos humanos del atropello del Tribunal Supremo, que no es digno de llamarse ni supremo ni tribunal”(2). Y José Antonio Martín Pallín, magistrado retirado del Tribunal Supremo, va más allá:..”Si el Tribunal Supremo es coherente con su propia línea, puede que esto termine en la absolución de los implicados en la trama Gürtel”. Y afirma sin rodeos:” Me he leído la sentencia hasta el final y sigo sin ver el hecho delictivo. La frase del totalitarismo me parece un exceso, un brindis a la caverna. Para esto no hacían falta 70 folios”(3). Y podía seguir citando frases de estremecida sorpresa por la injusta condena de Baltasar Garzón, al que no pocos odian porque lo consideran un Juez Estrella, que él mismo se ha ganado con su actitud arrogante y consciente. Lo escuché a un periodista en la SER y lo colocaba en el disparadero. Me extrañó y me dolió escuchar hablar a ese periodista, que yo admiraba, con tanto odio y rencor contra el juez. Desde entonces este periodista para mí perdió su equidad .Odiaba a este juez solo por eso. Claro, fue capaz de perseguir la corrupción donde fuese, así como el terrorismo, exponiendo su vida día a día, como ningún juez ha hecho en este país. Es natural que los foros de todo el mundo lo reclamasen y su popularidad no decreciese. ¿Momentos de vanidad, de orgullo, ante tanto reconocimiento? Es posible. Se olvidaba este periodista que Garzón tenía sangre y sentimiento y era humano. A lo mejor él con su ironía y su desenfado y con su forma de escribir, a veces agresiva, pero en píldoras sentenciosas, también se consideraba un periodista distinto del resto, por no llamarlo periodista Estrella... Garzón recurrirá-lo han dicho él y su abogado- al Tribunal Constitucional en recurso de amparo. Es chocar contra la misma pared, pero aprovechará esa oportunidad que le brinda su derecho democrático... También le queda Estrasburgo. Su propósito es agotar todas las vías posibles. En alguna de ellas encontrará el amparo que necesita para seguir “desfaciendo entuertos”, como dice nuestro Quijote. Pero su desamparo, su mala fortuna y la envidia conservadora quieren más sangre, mas humillación. Aún le restan dos procesos más: por investigar los crímenes del franquismo y por los cobros en las conferencias de la Universidad de Nueva York. Claro, que ya lo han laminado y humillado hasta negarle el pan y la sal y reducirlo a la impotencia. No voy a hablar de ellos. Escribiré en su momento, en su hora. Pero sí rotundizar que su sentencia condenatoria me ha llegado al alma, como a millones de personas. Cito como última frase la de Javier Alvarez, catedrático de Derecho Penal de la Universidad Carlos III de Madrid:”...Hoy están de fiesta los narcotraficantes, los terroristas y la extrema derecha. El Tribunal Supremo ha condenado al juez que más prestigio le ha dado a la justicia española. El Gobierno no puede aceptar una sentencia así, debe actuar ya con medida de gracia”(4). ¿Cree el catedrático que la generosidad de Rajoy llegará a tanto? Mis dudas son abrumadoras, por no decir infinitas. Ojalá me equivoque y Baltasar Garzón sea reivindicado y siga dignificando a este desvalido y desgraciado país.
(1)Vde. Diario El País del 10 de febrero del 2012
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