No es la primera vez que un grupo de arquitectos sevillanos conservadores-hoy componentes del Colegio Oficial de Arquitecto de Sevilla (COAS)- arremeten contra los proyectos urbanísticos “estrellas” del alcalde Monteseirín. Me causan grima estos amantes de Sevilla que quieren guardarla en un fanal, conservarla tal como está y, a la vez, llaman audaces y personas de mal gusto a quienes piensan que la modernidad y la vanguardia no están reñidas con la Sevilla universal a la que todos aspiramos. Digo esto porque hoy ha aparecido, en los diarios sevillanos, una declaración de estos señores –arquitectos ponderados y reconocidos y supongo que no es la primera- donde critican “las obras de vanguardia y piden clasicismo” (Correo de Andalucía). Y se refieren, cómo no, a la Torre de César Pelli, al Metropol Parasol de Jürgen Mayer y a la Biblioteca del Prado de Zaha Zaid. Ya sé que son arquitectos ponderados y de reconocido prestigio los componentes del nuevo consejo consultivo como Rafael Manzano, Fernando Mendoza, Antonio Sáseta, Gabriel Verd y José Antonio Carvajal, pero esto no quiere decir que, esa venda, a priori, que se han colocado y sus prejuicios contra todo lo novedoso que se haga en Sevilla, sea lo único sensato y el camino seguro en lo referente a la urbanística sevillana. Que haya que conservar los grandes monumentos del pasado nadie lo duda, monumentos que son de distintas épocas y de carácter muy dispar-arcos, murallas, torre del Oro, Giralda, Catedral, Ayuntamiento, Archivo de Indias, museos, edificios de la Exposición Iberoamericana, Iglesias Mudéjares, yacimientos romanos etc.-y que todos forman esa Sevilla impar que el mundo admira, pese a esa almagama de estilos que cada época ha ido proyectando y que ya forman carne y sangre de la ciudad. Ahora Sevilla quiere unirse a las grandes ciudades españolas que han construido nuevos iconos como Valencia, Bilbao, Madrid, Barcelona etc, como ya han hecho todas las grandes ciudades del mundo, como se ha realizado en las otras bellas artes, como la escultura, la pintura, la poesía, donde la vanguardia ha implantado su sello, como nueva manera de ver la realidad, porque la creación no tiene límites y, nos guste más o nos guste menos, cada época implanta sus coordenadas. O sea, se han incorporado a la estética ciudadana los nuevos modos de entender el urbanismo en estos nuevos movimientos que ninguna ciudad que se precie quiere perderse y Sevilla, nuestra extraordinaria Sevilla, tampoco. Si ha sido un hito en cada nuevo estilo arquitectónico del pasado ¿por qué ahora no? No podemos anquilosar su urbanismo porque algunos, anclados en pasado clasista, quieran mantener un purismo tradicional y afirmen que a Sevilla no se le puede tocar porque Sevilla es única y no necesita más iconos. Y como ha dicho el decano del COAS, Ángel Díaz del Río: “Sevilla no necesita más iconos porque ya los tiene y son los que vienen buscando la gente”(Diario de Sevilla). O sea, Sr. Del Río, que la arquitectura de Sevilla ya está completa y que las vanguardias y la modernidad sólo pueden parchearla y no tienen nada que decir ni que enseñar. A estos soñadores anclados en el pasado, por muy buenos arquitectos que sean, yo les diría que nuestra Sevilla no renuncia a la modernidad de la altura, ni a la de la vanguardia, que quiere otros iconos excelentes –mientras más mejor, digo yo- que puedan llegar a ser nuevas referencias en el mundo entero y el futuro se lo agradecerá; que quiere perspectivas nuevas, sin perder las del pasado que ahí están y seguirán estando. Eso es lo que queremos para el futuro de Sevilla, que su modernidad sea un atractivo más y no se critique con mentalidad trasnochada el Parasol de la Encarnación y se le endilgue la desafortunada expresión que son como “naves extraterrestres que aterrizan en una ciudad que tienen una arquitectura y un diseño urbanístico único, y que es lo que la hace atractiva”(Correo de Andalucía) A Sevilla, en verdad, la hace atractiva esa amalgama urbanística de estilos tan distintos como la Catedral y el Alcázar, la Fabrica de Tabacos, el Hotel Alfonso XIII o la judería y las murallas o la Casa de Pilatos a la que se agregará, no muy tarde el Parasol de la Encarnación, que es otra variante creativa, como es el cubismo de Picaso respecto al realismo de Veláquez y Murillo y los tres son genios de la pintura y dignos de cualquier museo del mundo, y sí proporcionarán una Sevilla más audaz y completa, Sr. Verd. ¿Por qué, Sr. Sáseta, la Torre Pirelli solo conduce a la ruina? Creo que además de ser un nuevo y elegante referente de Sevilla, es una atalaya magnífica para admirar la ciudad y solazarse de su belleza y dominar todo su pasado arquitectónico en unos minutos. No habrá mejor mirador al respecto. Y con ese diseño arquitectónico, Sevilla agrega un magnífico rascacielos, de lo que carecía, a parte del sentido utilitario que puede aportar y aglutinar en esa zona de la Expo, potenciándola comercialmente, que ya contiene un diseño de modernidad y que fue alabado por millones de visitantes. Sr. Manzano, no estamos en la época del clasicismo. Debe quitarse la venda y trabajar porque a Sevilla venga lo mejor de la vanguardia y de la arquitectura moderna y no se atrinchere en un pasado que ya es pasado y que está pidiendo a gritos que modernicemos la ciudad. Claro que ustedes, arquitectos de fuste, dicen que no renuncian a la modernidad de proyectos prestigiosos, pero estos iconos nuevos son desafortunados y por eso los critican.. ¿Saben una cosa? Que vendrán otros proyectos vanguardistas y otros más –rascacielos, no, Sr. Mendoza, se convertiría Sevilla en una ciudad de quinta categoría con su torre y su centro comercial. Dígale esto a Madrid, París, Moscú, Pekín, Shangay, Tokio, Singapur etc. etc.- y ustedes seguirán diciendo que son un atentado contra la estética sevillana y siempre con el mismo argumento: Sevilla ya tiene sus iconos y no necesita otros. Pero sí es una pena que las nuevas barriadas de Sevilla tengan un aspecto tan pobretón y, salvo excepciones, no produzcan esa sensación de grandiosidad como las de Valencia, Zaragoza, Málaga, Bilbao, Vigo, Gijón y muchos etc. ¿Qué tiene que decir el COAS sobre este asunto? Claro, como Sevilla ya tiene sus iconos, que son únicos, las barriadas de bloques ramplones y sin sentido estético, en calles constreñidas, no en avenidas amplísimas y bien trazadas, ya no tienen demasiada importancia. ¿Qué tendrían que decir estos arquitectos clasicistas que se miran en el pasado ante ese desbarajuste urbanístico de las barriadas? Sevilla, en ese aspecto, es una ciudad fea, que ha renunciado a modernizarse como lo demandan los tiempos actuales. Y es penoso para los que viajamos y luego volvemos; el regusto no es halagüeño para la vista. Claro, como hay que aislar a Sevilla para que la modernidad no nos asole y nos haga perder la identidad...Ya tenemos suficiente con lo que tenemos. Por eso nos tapamos la cabeza como el avestruz para no mirar al futuro y regodearnos en el pasado. Y que nadie ose tocarlo. Que sea anatema quien lo intente, y si lo intenta, a boicotearlo, diciendo que son ilegales, a la espera de que los nuevos políticos conservadores que se avecinan les eche una mano. Y mientras, cualquier ciudad de medio pelo, laborando como hormigas su futuro, dejando en tamañito a la gran ciudad de nuestros sueños. Lamentable.
miércoles, 23 de febrero de 2011
lunes, 14 de febrero de 2011
Cayó el dictador Mubarak
El viernes, día 11 de febrero, renunciaba a su poder el presidente egipcio Muhammad Hosni Sayyid Mubarak. En quince días largos de protesta, el pueblo egipcio, reunido masivamente en la plaza de la Liberación, la más emblemática de El Cairo, ha obligado a dimitir al dictador. Llevaba dirigiendo Egipto más de 30 años. Un mes antes, el pueblo tunecino obligaba también a su renuncia a Zine el Abidine Ben Alí por su tiranía abusiva. En estos días, los secuaces de Mubarat, su policía nacional, ha provocado más de 300 muertos, que pedían, como el resto del país, el fin de la dictadura. De momento, se ha disuelto el Parlamento y se redactará nueva constitución de acuerdo con las aspiraciones del pueblo, que no es otro que la de establecer un régimen democrático, con libertad para la creación de partidos políticos y convocar elecciones democráticas y elegir, con ello, un presidente de la república, según votación popular y los años que se estipule de mandato. El dictador, de 82 años –al parecer, enfermo de cáncer de estómago- obligó al ejército a salir a la calle para que hiciese entrar en razón a la población. Pero los generales egipcios, con sentido común y humanitario, no ha propiciado la sangría humana para convencer al pueblo, como así pretendía el dictador, sino que su presencia ha sido testimonial y ha dejado al pueblo ejercer esa soberanía que el propio Mubarak le había confiscado, no acallando protestas, ni gritos, no convenciendo a la multitud a que abandonase la plaza, sino mostrando con su actitud que el ejército estaba con el pueblo, a favor del pueblo y que nunca, en una disyuntiva, por orden expresa de Mubarak, llegaría a disparar contra la multitud. Es todo un ejemplo de comportamiento y de alianza con la masa del pueblo, del que ellos son parte y que están para lo que están, para luchar a favor de su patria y de sus ciudadanos. Los generales egipcios, en este momento crítico, le hablarían con mucha claridad a su presidente. Ellos y los hermanos musulmanes y consejeros, que consideraron que ya estaba bien de opresión, de pobreza, de yugo, de despojo de derechos humanos, de menoscabar la libertad de expresión, de desigualdades y favoritismo, de desvalijar las arcas del tesoro a favor de los poderosos, de Mubarak “quia nominor leo”, que, según cálculos que recojo de la prensa, suma la bonita cantidad de 40.000 millones de dólares, que, traducidos a euros, son nada menos que 29. 500 millones, sumando propiedades y cuentas bancarias en EE.UU, Europa y países del Golfo Pérsico. Cantidad mareante de millones que pueden poner en solfa la no muy boyante economía egipcia. Una inmoralidad incalificable ese robo del dictador a las arcas del Estado, porque supone que sus 30 años de presidencia egipcia le da derecho a ese esquilmo a su pueblo, sin importarle su pobreza y las carencias a la que ha sometido al pueblo durante tantos años y por lo que debe pagar sin paliativos. El ex presidente Mubarak ha huido del Cairo en helicóptero con su mujer y su hijo Gamal, el que él pensaba que sería su sucesor, como si fuera un monarca de la vieja usanza y Egipto, su propiedad privada, que pasara de padres a hijos. Pero, él tan patriota y amante de su pueblo, se ha marchado a la residencia de Sharm el Seij, la preferida por él, a orillas del mar Rojo, al sur del Sinaí, donde él acostumbraba a recibir a personalidades y mandatarios extranjeros, con todo lujo y comodidades. Me temo que su destino final estará fuera de su querido pueblo –tanto lo quería que lo ha dejado exhausto-, quizás en una residencia con sus amigos petrodólares, quizás en Dubai o en Arabia Saudí. Será el Consejo Supremo de las Fuerzas Armadas quien decida su destino final, lo mismo que ha decidido mantener, bajo su tutela, el gobierno de Egipto, para que dentro de seis meses, cuando el país este preparado, puedan permitirse unas Elecciones democráticas y dejar, entonces, su actual mando provisional, en manos del nuevo gobierno, elegido democráticamente por el pueblo. Pero es curioso cómo se originó toda esta movilización popular que ha acabado con Mubarak. Fue a través de jóvenes blogueros que, con misivas entre ellos, a través de sus facebook, pancartas, pintadas, pusieron en alerta a la población, la motivaron bajo el lema de “todos somos Said”, el bloguero de 28 años , capturado y muerto a consecuencia de las palizas brutales que le propinaron los agentes, estos sí, al servicio del dictador Mubarak. Es una buena lección para los dictadores, esos que manejan todos los hilos del país y abusan del pueblo de una manera brutal. Todavía restan regímenes donde los derechos humanos no se respetan y la libertad de las personas está en entredicho. En España padecimos ese terrible mal durante cuarenta años, pero la democracia no se consiguió por levantamiento del pueblo, como ha sucedido en Egipto, sino por la muerte inexorable del viejísimo cacique, de tal modo que aún quedan rescoldos y el fuego todavía no se ha extinguido. De vez en cuando los nostálgicos del viejo régimen añoran los antiguos métodos y echan de menos al general. No entienden la democracia, no quieren democracia y no se avienen a la igualdad de las personas, a esa igualdad entre hombre y mujer, a la igualdad de género entre homosexuales y heterosexuales, etc. Es posible que la valentía del pueblo egipcio, el levantamiento del pueblo egipcio, haya encendido muchas luces en muchos países donde el trato democrático no es aún posible. No diré que la victoria del pueblo tunecino y la del pueblo egipcio, sobre todo contra el todopoderoso Mubarak, vayan a provocar ese efecto dominó que se da en otras parcelas, pero sí hay un viejo refrán castellano muy elocuente y sabio: “Cuando las barbas de tu vecino veas quemar, pon las tuyas a remojar”.