El Sevilla F.C. ha sido eliminado de las semifinales de la copa del rey por el R. Madrid. Perdió en la ida por 0-1 y en la vuelta por 2-0. Esta es la escueta verdad, que priva al equipo sevillista de repetir final. De este modo la jugarán Barcelona y R. Madrid. Al parecer, era y es la final soñada por la mayoría de los españoles, por la FEF-que se embolsará 15 millones-, por la televisión, que engordará su cuota de pantalla, por la prensa de Madrid y Barcelona sobre todo, que llenará páginas y páginas durante semanas -prepartido y pospartido-, con los dimes y diretes más insólitos, examinando con lupa hasta los intríngulis más increíbles y las nimiedades más absurdas, por los comentaristas televisivos de las televisiones privadas, que durante días debatirán sobre el evento en todas sus facetas sobre jugadores, técnicos, directivos, por la repercusión a nivel mundial que representa este enfrentamiento entre dos colosos, dos de los equipos más grandes y poderosos del mundo...Por todo ello y muchas cosas más que son imposibles de plasmar –llenarían muchas páginas- en este artículo ¿quién, a no ser los sevillistas más fanáticos, se atrevería a pensar que su equipo del alma podría jugar este año la gran final contra el Barcelona? Pero otros muchos sevillistas, los más desconfiados, como el que esto suscribe, no podía esgrimir, con humor amargo, otra cosa que el titular de mi artículo después de su eliminación: Lo que presumíamos. Las razones ya están dadas y son tan poderosas que hacían imposible otro resultado, aunque falta la más sibilina de ellas: la labor arbitral. Nuestro presidente sigue afirmando, para el que quiera oírle, que los árbitros no perjudican ni favorecen de un modo consciente, que sus equivocaciones, para bien o para mal, se deben a que son humanos y como humanos se equivocan, que unas veces quitan y otras dan. Pero no todos somos ni tan prudentes, ni tan caballerosos como él; claro que, en su fuero interno, después de lo visto en ambos partidos, pensará, como todo sevillista que se precie, que el mangazo, igual a robo, ha sido tan descarado, que nadie se cree esa justeza e imparcialidad de los jueces, al menos en estos dos partidos. Y como toda persona tiene derecho a opinar, a juzgar y a mantener unos criterios después de lo visto, yo no puedo ser menos que los demás. Porque es curioso que el señor Undiano, con cara de buena persona, el considerado el mejor árbitro hispano -¿cómo serán los demás?- con el Sevilla F.C. no ha tenido suerte en sus arbitrajes. No hace mucho, en Villarreal, le hizo morder el polvo, no concediéndole dos goles legales. Y ahora, en la propia Sevilla, amén de no expulsar a dos jugadores madridistas en los primeros compases del partido por alevosas entradas –el Madrid pudo jugar gran parte del encuentro con 9, con lo que ello significa-, no concedió un gol legal de Luis Fabiano, porque ni su juez de línea ni el mismo Undiano vieron el balón dentro de la portería. Con dos jugadores menos y uno a cero ¿qué hubiera sido del R. Madrid? Así que nos quedamos con cara de tonto con su 0-1 en la segunda mitad. Y ahora, en la vuelta, otro juez de la contienda –no merece que cite su nombre, porque ha tolerado agresiones sin cuento a los jugadores sevillistas, alguna de ellas, digna de la roja, como la que no mostró al exsevillista de Camas, que hoy mea madriditis, y que otra vez hubiera dejado al R. Madrid sin un jugador menos- da por bueno un fuera de juego, que no es, y que Negredo, de forma virtuosa, había introducido en las redes de Casilla. Y además, saca tarjeta roja-aquí su vista le funcionó sin nebulosas- al central sevillista Sergio Sánchez. Y fue el Sevilla el que tuvo que pagar la faltas de criterio de un árbitro mediocre y jugar con 10. Era lo que procedía y estaba en el guión de todos los estamentos que he citado. No había que tener piedad con un equipo menor, pues no otorgaba tantas expectativas a todos los niveles como la clasificación de los dos grandes. Era como minusvalorar el gran debate y eso no entraba en los cálculos de un buen aficionado del fútbol, porque significaría un palo fortísimo para los grandes dirigentes. Alguien ya amenazó con llevar a los juveniles a jugar contra el Real Madrid. Tal vez sea una buena baza cuando haya que jugar contra los dos colosos, que se están apropiando de la parte del león del dinero de las televisiones privadas, dejando al resto con las migajas, más o menos ponderadas, del gran caudal. Así se explican sus fichajes millonarios a las mejores figuras del fútbol mundial. Y no procede, no es justo. Hay que acabar con este predominio insultante, que los títulos no son patrimonio solo de Madrid y Barcelona. Y esto sucederá durante años si nadie intenta remediarlo a partir de ya. Pero yo tenía que decir más cosas. No sólo criticar el madridismo y barcelonismo que llenan las emisoras nacionales-qué vergüenza- de radio y televisión a la hora de hablar de fútbol. En un país democrático es intolerable y ofensivo para los sentimientos de muchas personas que también sienten, en su corazoncito, el amor por su equipo del alma. Cada vez las escucho menos, las veo menos y, a la hora de hablar de los dos grandes, enfurecido, las apago. Quería referirme, en especial, a ese nido madridista que es-según mi criterio y el de miles- Marca TV, radio Marca y periódico Marca. Se han dicho y escrito cosas muy fuertes, auténticas salvajadas y desvergüenzas contra los andaluces, sevillanos, Sevilla F. C. y su presidente, en ese periódico. Y yo, como andaluz, como sevillano de adopción-estoy empadronado en Sevilla- y como sevillista, no renuncio a quejarme, a denunciarlas con amargo furor, a lamentar, como persona responsable, este soberbio disparate. Deploro la ignorancia que algunos tienen de Andalucia, que es un pueblo sabio, que ha sabido asimilar tantas civilizaciones y conserva toda esa riqueza de razas y prueba de ello es su enorme cultura, su valioso e ingente patrimonio artístico, su famoso y universal folklore, que muy bien pueden rivalizar con cualquier pueblo cimero del mundo y que no todos los pueblos de España –a los que respeto- pueden afirmar lo mismo. El fútbol es solo un juego y no debe ofuscar la mente de las personas hasta ese punto de desvergüenza y de insulto racial. Y todo ha nacido, quizás, por no haber sabido interpretar un vídeo, que tenía, como única finalidad, animar, incitar a los sevillistas a acudir a Nervión, de ahí sus pintadas en rojo y blanco -los colores de nuestro equipo-, y esos gestos y expresiones para llamar la atención de los suyos -lo manifiesta en él el propio Palop al presentarlo-, y no gritos de guerra y sangre, de furia, de calentar la caldera contra los madridistas, tal vez con alguna broma inocente, muy propia de nuestra forma de ser, que los de fuera, como pasa tantas veces, son incapaces de comprender. Y luego con lo del botellazo a Casillas. Hecho muy lamentable y que todo el sevillismo ha reprobado, pero que la interpretación, no menos sibilina, de mentes enfermas, ha convertido en algo estudiado, preparado y patrocinado por nuestro presidente en vomitivos y malintencionados comentarios y atentados contra su vida personal, considerándolo como el ideólogo de toda esa máquina que ha terminado con el botellazo a Casillas. Otro personaje- de la tertulia Futboleros de Marca TV, al que yo sí tildaría de paleto y cateto ancestral, que presume de ser amante de Sevilla, de su Feria y Semana Santa y a la que, según dice con orgullo altanero, acude con frecuencia-, llama cateto y paleto al presidente por su video, que ha originado esos desmanes. Pobre elemento que no se da cuenta que lo toman como un bufón en su propia tertulia, pues sus disparatados juicios no le otorgan otra opción... He aquí a lo que puede llevar un desmadre futbolístico. Pues yo, que jamás he escrito una crónica de fútbol, me he visto impelido a pergeñar este comentario, personal, por supuesto, sobre unos hechos que he visto y presenciado, y que como ciudadano libre y responsable, otorgo mi particular visión y criterio. Y hasta me enfado. Y aunque se trate de un juego, a los malintencionados hay que ponerlos en su lugar y gritarles que no se puede jugar con los sentimientos de personas, porque cada cual tiene su alma en su armario
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